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En este texto, Gustavo Fernández
plantea que así como la caída del Muro de Berlín marcó el fin
del llamado “socialismo real”, el derrumbe de la bolsa de Nueva York de octubre
de 2008 constituye para muchos un símbolo del fin de la hegemonía de los
Estados Unidos y el pensamiento único neoliberal. El colapso de las más
poderosas instituciones financieras de la historia contemporánea se revela ante
nuestros ojos como la mayor demostración empírica del fracaso del paradigma
ético del individualismo competitivo y la lucha sin tregua por la máxima
ganancia, utilizado como bandera ideológica por las élites gobernantes del
Occidente industrializado.
Hoy no
sólo asistimos a una de las tantas depresiones cíclicas de un sistema de
relaciones económicas cuyas reglas de juego conducen, ineluctablemente, a la
opulencia de una minoría y a la miseria y la exclusión de las mayorías; sino
que se impone la impresión general de que la civilización moderna se encuentra
atascada en un callejón sin salida y que es urgente comenzar a trazar caminos
alternativos para la esperanza de los pueblos.
Se trata
pues de una encrucijada crítica que nos está obligando a modificar radicalmente
los patrones tecnológicos y energéticos desarrollados en los últimos doscientos
años para dominar y transformar a la naturaleza, a fin de hacerlos menos
nocivos para la salud de los ecosistemas de los que depende nuestra
sobrevivencia. Una encrucijada crítica que nos obliga a ensayar una nueva
configuración de las relaciones económicas, basada en la cooperación y la
equidad y no en la competencia rapaz y las desigualdades intolerables del presente.
Una encrucijada crítica que nos exige crear formas inéditas de profundización
de la democracia y la participación popular en la toma de decisiones políticas,
hoy secuestrada por las élites económicas y militares del “casino global”. Una
encrucijada crítica que nos demanda otra manera de afrontar los desafíos del
diálogo intercultural, la comunicación y la convivencia pacífica entre los
pueblos, para impedir la aniquilación de la diversidad de las culturas creadas
por nuestra especie. Una encrucijada crítica que nos exige comprender que la
sociedad patriarcal está siendo desplazada por una nueva era de igualdad entre
los géneros, evidenciada en el protagonismo creciente de la mujer en el
ejercicio de roles anteriormente reservados a los hombres y la reivindicación
de los derechos civiles de las identidades sexuales no convencionales.
En fin,
esta exacerbación de diversas ondas de inestabilidad sistémica de orden
ecológico, económico, cultural, político y militar, revela que estamos en presencia
de una crisis multidimensional, un punto de bifurcación que está obligando a la
especie en su conjunto a elegir entre la devastación capitalista del hombre y
de la Tierra o la construcción de una nueva civilización, cimentada sobre los
valores de la sustentabilidad ecológica, la equidad económica, el respeto a las
diferencias y la participación popular.
Es por
ello que tanto las reflexiones teóricas como los datos empíricos presentados en
esta obra están dirigidos a comprender, en su alteridad, a los sujetos
sociales, las racionalidades y los proyectos políticos que han emergido recientemente
en la escena regional, empeñándose en legitimar su diferencia en relación con
los actores e instituciones hegemónicos desde los tiempos de la Colonia y la
formación de los estados nacionales. Se muestra un balance crítico-prospectivo
de los desplazamientos políticos y conflictos culturales que se han hecho
visibles en el contexto de la profunda mutación histórica por la que atraviesa
la modernidad nacida en Europa Occidental y hoy extendida, con distintos grados
y formas de asimilación, a casi todas las naciones del globo.
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