| Valencia, 5 de agosto de 2015, DCSUC
| Por: Dalia Correa y Gustavo Fernández
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El autor y su obra |
El
pasado 29 de mayo tuvimos el honor de presentar ante la comunidad universitaria
–y particularmente ante los profesores y estudiantes del Doctorado en Ciencias
Sociales de la Universidad de Carabobo- el más reciente libro del Dr. Jesús
Puerta: “Interpretar el horizonte. El sentido ético y político de la
militancia”, galardonado con el Premio Nacional de Investigación en Ciencias
Sociales “Orlando Fals Borda” (2014) del CELARG.
Como
lo señalara el Dr. Gustavo Fernández Colón, comentarista del texto, ante el público congregado en la Sala “Arturo Belardi” de la
Facultad de Ciencias Sociales, esta obra de Jesús Puerta es un ensayo filosófico
de fina factura, que se incorpora al patrimonio de la literatura de ideas
producida en Venezuela en las últimas décadas, al lado de textos relevantes como
los de Juan Nuño, Ludovico Silva, Rigoberto Lanz, José Manuel Briceño Guerrero y
Armando Rojas Guardia, entre otros autores. Se trata de un género discursivo en
el que se combinan la voluntad de estilo -propia del ensayo literario- y la
densidad de un pensamiento filosófico riguroso y actualizado.
Jesús
Puerta tiene en su haber una larga lista de títulos publicados. Adquirió
renombre nacional como narrador con su libro “I love k-pucha y otros relatos”
(Fundarte, 1994). Así mismo, su obra “Modernidad y cuento en Venezuela” (UC,
1999) es una referencia obligatoria en el estudio crítico de la narrativa
venezolana contemporánea. En “Interpretar el horizonte” se propone sentar las
bases de una filosofía interpretativa del discurso político, a partir de los aportes
del marxismo crítico, la hermenéutica de Gadamer y Ricoeur, el mitoanálisis de
la Escuela de Eranos y el paradigma de la complejidad de Edgar Morin, entre
otras fuentes.
Su
originalidad radica en el esfuerzo de integrar la comprensión de los códigos
culturales que conforman la tradición de un pueblo, con la crítica de las
relaciones sociales de dominación imperantes en los contextos históricos donde
tales códigos se producen y reproducen. En otras palabras, Puerta se propone
fundar una “hermenéutica política”, a partir de la aproximación complementaria
de dos corrientes de pensamiento disímiles, calificadas por Ricoeur como la
“hermenéutica de la confianza” (de Heidegger, Gadamer y el mismo Ricoeur) y la
“hermenéutica de la sospecha” (de Marx, Nietzsche y Freud).
La
oposición entre ambas escuelas filosóficas no sólo se debe a la ascendencia
idealista de la ontología de Heidegger y al materialismo confeso del marxismo,
sino a su actitud divergente frente a la tradición. Mientras que la
hermenéutica fenomenológica reverencia a la tradición como la unidad espiritual
de un pueblo, el marxismo concibe a la cultura como un espacio contradictorio
en el que se enfrentan distintas visiones del mundo: la ideología hegemónica de
la clase dominante y las culturas subalternas de los grupos sociales
oprimidos.
En
su tentativa de acoplamiento de estas dos vertientes, Puerta sostiene que sólo
una de las múltiples tradiciones de la humanidad puede reivindicarse como marco
legitimador del pensamiento y de la acción política: la “tradición de la
emancipación”. Así se distancia del conservadurismo de los hermeneutas de la
escuela heideggeriana y afinca su método interpretativo en la praxis
transformadora defendida por el marxismo.
La
emancipación frente a cualquier forma de dominación se convierte así en una
especie de “imperativo categórico” regulador no sólo de la ética y la política,
sino también de la búsqueda epistémica de la verdad. La aplicación de esta “hermenéutica
de izquierda”, llevada a cabo por el autor al momento de desentrañar el sentido
de los “mitos movilizadores” de la acción política en la Venezuela
contemporánea, es apenas una de las muchas contribuciones de este libro
desafiante, que recomendamos ampliamente a todos nuestros lectores.